Donald Ray Pollock

La oscuridad de la que vino Donald Ray Pollock, el autor de «El diablo a todas horas»

Trabajó durante casi 30 años en una faenadora de carne del pequeño pueblo en el que nació, y solo se acercó a la literatura cuando cumplió 52. Su éxito parecía improbable y sin embargo, una película de Netflix terminó de ponerlo en el mapa.


«Durante muchos años, dudé sobre si podría ser escritor, pero siempre estuve fascinado por ellos, igual que mucha gente se siente intrigada por los atletas y las estrellas de cine».

El que recordaba sin falsa modestia a un medio español las escenas previas de su exitosa carrera literaria, era Donald Ray Pollock, responsable de la historia detrás de «El diablo a todas horas», una de las películas de Netflix más exitosas del momento.

Con un estilo más cinematográfico que la pluma de los colegas con quienes se le suele comparar (McCarthy, Faulkner y Flannery O’Connor), lo de Pollock es una perversidad sin concesiones, así como un admirable sentido del ritmo que se fue puliendo en un oficio que desarrolló en un entorno adverso.

El suyo fue un encuentro tardío con la literatura. Tenía 52 años cuando decidió dar un giro a su vida, una que tenía más de condena que de esperanza en torno a los libros. Este residente del pequeño pueblo de Knockemstiff, Ohio, las hizo de chófer y obrero, y pasó 30 años trabajando en una fábrica procesadora de carne (la misma en la que se empleó su padre), antes de pasarse a otra donde se elaboraba papel. No había otra posibilidad de mantenerse a flote.

Sin embargo leía, un vicio hasta cierto punto barato para quien tiene bibliotecas públicas a mano y fue, en parte por su afición a las biografías de escritores, imaginando una vida alternativa de la que deseaba ser parte. En eso estaba cuando decidió inscribirse en un programa de escritura creativa en la Universidad Estatal de Ohio, de la que se graduó a los 55 años de edad. Desde ahí comenzó a enviar sus relatos a revistas literarias, como Epoch, Granta, Third Coast, The Journal, Boulevard y el New York Times. Gracias a eso, el mundo editorial empezó a poner sus ojos en sus relatos sobre el poblado en el que nació. De hecho, fue justamente «Knockemstiff» el título de su primer conjunto de relatos publicado en 2008.

«Creo que cuando escribo entro en un mundo de sueños, pero, al igual que en los sueños, todo está influenciado por lo que ha pasado en mi vida. Mientras escribía los cuentos que figuran en mi primer libro permanecí fiel a ciertas cosas, especialmente a la pobreza y a la reputación de lugar duro que tenía mi pueblo, así que el lugar resultó mucho más ‘real’ para mí de lo que habría sido si todo hubiese sido inventado. En otras palabras, el libro tenía unos cimientos basados en la realidad, y alrededor de ella construí, como dijo Crews, una sarta de mentiras«, declaraba en 2003 a la revista Inrockuptibles.

«El diablo a todas horas», dirigida por Antonio Campos y donde Pollock está presente como voz en off, mezcla novela negra con fanatismo y crueldad sureñas, además de sus clásicos personajes torcidos. Fue su debut en los textos de largo aliento en 2011. A Chile, sin embargo, llegaron antes el mencionado libro de cuentos y su segunda obra más extensa: «El banquete celestial» (2016), un western oscuro en clave Tarantino, que habla de la emancipación y caída de tres hermanos en el lejano oeste.

«No escribo cuentos de hadas. Seamos realistas: aunque la mayoría de las personas suelen ser amables y cariñosas, unas cuantas son malas. Por añadidura, si alguien piensa que mi trabajo solo muestra ‘los actos más horribles imaginables’, es que no se han puesto al día de la actualidad. Mis personajes ni siquiera se acercan a lo que los seres humanos son verdaderamente capaces de hacer en términos de las ‘más bajas intenciones’. Las cosas que escribo son ligeras en comparación con, por ejemplo, la masacre de veinte niños en una escuela de Connecticut hace poco».