El fulminante desembarco del guitarrista en Inglaterra –con admiradores desde The Beatles a Eric Clapton- cambió el curso del rock para siempre. Esta es la historia de una revolución desde la guitarra eléctrica, de un músico que vivió apenas 27 años, pero fue fundamental en la evolución del género.

Los días en que Jimi Hendrix puso a la realeza musical británica a sus pies

El fulminante desembarco del guitarrista en Inglaterra –con admiradores desde The Beatles a Eric Clapton- cambió el curso del rock para siempre. Esta es la historia de una revolución desde la guitarra eléctrica, de un músico que vivió apenas 27 años, pero fue fundamental en la evolución del género.


“La Jimi Hendrix Experience poseía el futuro y el público lo supo al instante. Cuando Jimi abandonó el escenario se convirtió de rumor a leyenda”. Lo escribió Pete Johnson en el diario Los Angeles Times, parte de la reseña del show aplastante que Jimi Hendrix había ofrecido en el festival pop de Monterey, la noche del 18 de junio de 1967, luego de tres días de música en vivo. Fue uno de esos momentos definitivos en la cultura pop.

Sucedió porque había dos fuerzas tectónicas del rock friccionando. Antes de subir al escenario cundía la tensión entre el zurdo guitarrista y The Who: quién salía antes. Ninguno aflojaba hasta que Hendrix encara a Pete Townshend: “Quieres ser el primero allí arriba para destrozar la guitarra”. El músico inglés, que meses antes repentinamente se había hecho más amigo de Eric Clapton sólo para hablar de Hendrix, lo negó. Pero era cierto. Townshend pretendía con cierta desesperación dar el golpe antes, intentar noquear al público con el número que ambos músicos acostumbraban. Aún faltaba un par de años para el clímax artístico de The Who, en cambio Jimi Hendrix era un cohete directo al súper estrellato y Monterey no significaba solo un gran festival, era una revancha. El año anterior se había ido del país con un currículo donde solo figuraba como músico de acompañamiento del pionero del rock, Little Richard, y The Isley Brothers.

The Who hizo lo suyo destruyendo sus equipos y Hendrix también, pero lo llevó más allá. Las imágenes son clásicas: la banda remata una salvaje versión de “Wild Thing” -original de Chip Taylor y un éxito de The Troggs-, y un Jimi de rodillas lanza líquido inflamable sobre la Fender Stratocaster perpetuada en un feedback a una pared de amplificadores Marshall. El ruido aumenta y Hendrix mira las llamas extasiado, gesticulando como si fuera un brujo lujurioso en pleno sacrificio, hasta que coge el instrumento, lo revienta, y lanza los restos humeantes a un público impactado. Si hasta ese momento en Estados Unidos era casi un desconocido, y solo en el circuito de músicos rock se sabía de su arrollador éxito en Inglaterra, su nombre literalmente estalló aquella noche.

Hendrix llegó a Monterey porque lo recomienda Paul McCartney. El bajista era tan fan, que había escrito una reseña de su single “Purple Haze” en la revista británica Melody Maker, calificándolo “como un campeón absoluto de la guitarra”. ¿Cómo un Beatle había llegado a conocerlo? De una forma torcida, gracias a The Rolling Stones. En mayo de 1966, Linda Keith, entonces pareja de Keith Richards, había visto a Jimi tocando en un club de Nueva York y quedó deslumbrada. Intentó que Andrew Loog Oldham, el inquieto manager de los Stones, se interesara, pero curiosamente el hombre que se jactaba de su instinto artístico, no enganchó.

Un «negro drogadicto»

Entonces Linda hizo enlace con Bryan “Chas” Chandler, el bajista de los ingleses The Animals, quien estaba a punto de abandonar al grupo para dedicarse a la producción y representación. Entre medio, Keith Richards se dio cuenta que el entusiasmo de su chica por Hendrix iba más allá y decidió telefonear al flemático padre de Linda para decirle que estaba metida con un “negro drogadicto”, junto con darle todas las señas y direcciones para encontrarla en Nueva York. “Chas” Chandler viajó a EE.UU. y vio tocar a Hendrix el 3 de agosto de 1966. “Pensé inmediatamente que era el mejor guitarrista que había visto” diría el inglés. Hacía equipo con Michael Jeffrey, el representante de The Animals, de quien se rumoreaba un pasado de agente secreto británico en labores que llegaban hasta el asesinato. Cuando Jeffrey conoció al guitarrista sin haberle visto tocar aún, le dijo a su socio que “podría ser el Elvis negro”.

De inmediato se puso a mover contactos para que Jimi pudiera viajar a Inglaterra. No era fácil porque los permisos de trabajo de los británicos resultaban engorrosos, pero consiguió con Chandler poner en un avión al excéntrico músico. Hendrix estaba entusiasmado pero dudoso y así se lo manifestó al manager: “¿Cuál es el punto de llevarme a Inglaterra como guitarrista? Ustedes tienen a Eric Clapton y Jeff Beck allí, no necesitan un guitarrista más”. Tras una pausa, el propio Jimi puso una regla. “Si me garantizas que conoceré a Clapton, iré a Londres”. Lo último que quedaba por finiquitar era un pequeño detalle. “Chas” Chandler sugirió un ligero cambio en el nombre, una cosa de estilo, una confirmación de la singularidad absoluta de este tipo que tocaba la guitarra como si deseara llegar al espacio: de Jimmy a Jimi.

Hendrix arribó a la capital británica el 24 de septiembre de 1966. El manager decidió llevarlo de inmediato donde Zoot y Ronnie Money, ambos ligados a la escena musical londinense. Jimi se puso a tocar una guitarra acústica, se armó una pequeña celebración y con la bulla un vecino se apareció: Andy Summers, el futuro miembro de The Police. También se unió Kathy Etchingham, una veinteañera dedicada a la peluquería y a pinchar discos, y que tenía un historial amoroso con Brian Jones de los Stones y Keith Moon de The Who. Ese mismo día Jimi le dijo a Kathy mientras le besaba un oído “creo que eres hermosa”, y la chica se convirtió en su novia por los siguientes dos años. Durante esa jornada Jimi no solo consiguió pareja y había impresionado a Andy Summers, sino que por la noche tocó blues en el club Scotch of St. James. Entre el público estaba el cantante de The Animals, Eric Burdon. “Era fascinante lo bueno que era. No podías hacer más que estar quieto y mirar”.

El siguiente paso fue conseguir una banda. Se publicó un anuncio en Melody Maker y apareció el guitarrista Noel Redding, a quien Chandler instó a tocar bajo, aunque jamás lo había hecho. Montaron una jam con Hendrix interpretando “Hey Joe” y “Mercy, Mercy”. Luego se fueron a un bar y Jimi le dijo que le encantaba su pelo escarmenado, que le recordaba la melena de Bob Dylan, uno de sus mayores ídolos.

De ahí en adelante todo fue vértigo. El 1 de octubre Jimi se dio el gusto de dejar en claro quien era mejor el guitarrista del momento. Crea actuaba en Polytechnic Club y en un interludio Chandler preguntó al grupo si su artista podía subir al escenario. Adelante, Hendrix se conecta y despacha una versión fulminante de “Killing Floor” de Albert King. Clapton no lo podía creer. En pocas semanas gracias a Kathy se mudaron a un departamento de Ringo Starr. “Mitch” Mitchel se unió como batería y nace The Jimi Hendrix

Experience, debutando en una gira por Francia donde el público quedó rendido. De vuelta a Londres y con un exigente calendario en clubes, conoció a The Who en un estudio. Según Pete Townshend no le causó ninguna impresión, hasta verle tocar días después. No solo cambió su opinión, sino que junto a Brian Jones se convirtió en un promotor informal, arrastrando a The Beatles y los restantes miembros de los Stones a sus conciertos. Todos se convirtieron en fans, al punto de dedicar sus entrevistas a hablar de Hendrix.

Por la noche debían tocar en Bag O’Nails del Soho londinense y se dio cita toda la realeza del rock, incluyendo a John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, Mick Jagger, Brian Jones, Eric Clapton, Pete Townshend, John Entwistle, Jeff Beck y Jimmy Page

En enero de 1967 hizo un par de shows junto a The Who. En uno de ellos Jack Bruce, vocalista de Cream, quedó tan impresionado que se fue directo a su casa y compuso el riff de “Sunshine of Your Love”. También durante ese mes, el día 11, la banda sesionó largamente para “Are you experienced?”, el primer álbum.

Por la noche debían tocar en Bag O’Nails del Soho londinense y se dio cita toda la realeza del rock, incluyendo a John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, Mick Jagger, Brian Jones, Eric Clapton, Pete Townshend, John Entwistle, Jeff Beck y Jimmy Page, entre otros. Brian Jones diría más tarde “está todo mojado por las lágrimas de los guitarristas”.

A partir de ese momento, Jimi Hendrix simplemente era el rey y s comportaba como tal. Coqueteó descarado con Marianne Faithfull, la novia de Mick Jagger, con el líder de los Stones al lado. A mediados de 1967, con el álbum ya editado y la prensa inglesa rendida, era promocionado bajo la advertencia “no se pierdan al hombre que es Dylan, Clapton y James Brown, todo en uno”.

El 4 de junio, cuando “Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band” llevaba apenas tres días a la venta, ofreció un concierto con público ilustre: los miembros de The Beatles y Cream. Inesperadamente tocó “Sgt. Pepper’s…” y la audiencia quedó boquiabierta. Horas más tarde, invitado a una fiesta en la casa de Brian Epstein, McCartney le pasó un cigarrillo de marihuana encendido y lo felicitó. Hendrix llevaba menos de un año en Inglaterra y la escena musical más excitante del mundo estaba en sus manos. Un par de semanas más tarde regresaría por primera vez a Estados Unidos como parte del cartel del festival de Monterey. Tenía cuentas que ajustar.