Fonseca

Las confesiones del histórico manager de Los Prisioneros

Carlos Fonseca fue un integrante fundamental en el proceso creativo de los sanmiguelinos. Aquí recuperamos una entrevista de 2012 en que este difusor de música chilena cuenta sus años junto a Jorge González, su amistad con Charly García y critica el desmedido ego de Alex Andwanter.


«Toqué primero que nadie a todas las bandas legendarias como The Cure, Depeche Mode, The Smiths, Charly García y Los Prisioneros. Era un programa que tenía en la radio Beethoven desde el ’82 al ’85. Me llegaban revistas como “Melody Maker” y “Rolling Stone” y ahí me enteraba de las bandas que la llevaban en su momento».

«Nunca me interesó tocar instrumentos. Estudié flauta traversa y guitarra, pero me aburría: prefería escuchar música. Me gustaba difundir. Hinchaba las pelotas a mi papá y a mi hermano para que escucharan música conmigo. A veces me pescaban y a veces no».

«Viví en Argentina desde los 10 años porque mi papá trabajaba en una empresa multinacional y lo trasladaban. De hecho, nací en Perú. En el colegio, era el hueón de la música. Grababa discos, fui DJ en las fiestas. Un gran amigo conocía a un tipo que iba a poner una disquería en el centro de Buenos Aires y yo quería hacer lo mismo. Me paraba en la calle Florida para mirar cuantas personas salían con bolsas de las disquerías. Hasta que convencí a mi viejo».

«Cuando volví a Chile, a comienzos de los ’80, hice conciertos. Acá no pasaba nada, mientras en Buenos Aires había conciertos todas las semanas. Fui al “Café del Cerro” y no me gustaba la música. Me chocó harto que solo se tocaba jazz y no era lo que la juventud quería». 

«A través de un amigo de mi hermano conseguí en el ’83 el dato del manager de Charly García. Los contacté y me invitaron al Gran Rex a ver su show de “Clics Modernos”. Una persona lo quería traer a Chile, pero yo le caía mucho mejor, pero me achapliné. Había que invertir plata y ya estaba con Los Prisioneros. Me equivoqué. A Charly le fue súper bien en Chile».

«Las tres primeras veces que vino Charly García a Chile me llamaba para que saliéramos. Era pelacable, divertido y todo lo que decía era ley. Una vez, nos fuimos a mi disquería a escuchar música y Charly andaba con un sobretodo. De repente, lo abre y tenía dos botellas de Chivas Regal. Era un clásico».

«Calamaro pasó una etapa muy oscura. Se fue a negro. Estuvo en mi disquería y nos encontramos en Amnesty en Mendoza. Andaba pintando el mono todo el rato y me aburrió. Hablaba bien de Los Prisioneros y el Jorge (González) lo trataba mal. Le decía “soi pintamonos, estai borracho y drogado”. Pero debo reconocer que Calamaro era un tipo muy creativo».

«Desde que lo escuché hueviar a una profesora (en la escuela de Artes de la U. de Chile), Jorge González me cayó bien. Ella se equivocó en algo que estaba explicando y Jorge le llevó la contra y dejó en evidencia su error. Después vi sus letras y me pareció genial. Siempre supe que podía hacer algo grande».

«En San Miguel existía toda una onda con el rock. En las fiestas del Miguel León Prado tocaban a los Cars, The Clash, Gary Numan y, además, la radio Concierto tenía un programa que se llamaba “La Hora Cero” donde estrenaban discos completos. Eso le sirvió mucho a González».

Fonseca fue manager de Los Prisioneros entre 1984 y 1991.

«La costumbre de escuchar música no se me ha quitado nunca. No memorizo nombres, pero me gustan grupos como Atlas Sound, Fleet Foxes, Foster The People, Beach House, Bon Iver y Cass McCombs. De Chile, escucho a Gepe, Fernando Milagros y Astro. Creo que la música está mejor que nunca».

«Teleradio Donoso era una banda gigante. Fue una estupidez que Alex Anwandter separara a la banda. Cuando fui su manager, me tenía agotado su ego, era muy divo, muy autosuficiente. Es genial y tiene un control de calidad muy alto de su música, pero necesita ayuda, que lo cuiden». 

«Llevaba tres años en el sello EMI, me estaba yendo bien y me fui porque contrataron una persona con la que me llevaba pésimo. ¿Quién? Alejandro Sanfuentes. Fue mi asistente de La Ley, le di una oportunidad porque estaba peleado con todo el mundo y me levantó al grupo. No lo toleraba».

«Los contratos chacrean las relaciones. Es como casarse. Firmé con Anita Tijoux, los Teleradio y con otros no. Me fui una semana a Colombia con Los Prisioneros y cuando volví, La Ley me muestra una carta de renuncia. Se iban con Sanfuentes. Perdí seis millones de pesos en 1991 por no tener nada firmado». 

«Me fui el ’97 de la EMI y tuvieron su mejor año el ’98. Sacamos discos antes que nadie en la región. Backstreet Boys y Spice Girls salieron antes en Chile que en México. Lo mismo que Radiohead y Blur. Hicimos un trabajo alucinante».

«Cada vez que escucho a Los Prisioneros, siento orgullo. No me gusta escucharlos por mi cuenta porque me traen muchos recuerdos. Hicimos cosas que nadie hizo y eso me llena de satisfacción».

«En 1984, unos tipos nos amenazaron de muerte en una discoteque en Quintero llamada Waikiki. Me conseguí que cantaran y dejaron la cagá. Nos alojamos en un hotel del dueño de la disco y, tipo 3 de la mañana, entra este tipo con tres personas más. Le molestó que yo tuviera acento argentino y nos mostraron una pistola. “¿Se creen protegidos porque son argentinos?”. El Jorge se había quedado en otro lugar con la Jacqueline (Fresard, su primera mujer). Apenas amaneció, salimos con las zapatillas en las manos y nos fuimos. Ahora me causa risa».

«Cuando Jorge (González) grabó su primer disco solista fue alucinante. Había mucha plata en 1992. EMI y Warner se pelearon al Jorge y negociamos en Estados Unidos e Inglaterra. De hecho, firmamos el contrato en Londres. Viajamos en primera clase, me quedé 35 días en el Hilton de Los Angeles, ocupamos los mejores estudios. Nos pagaron 150 mil dólares por disco y 35 mil por cada video. El problema fue que en Chile criticaron mal el disco y el Jorge no lo quiso trabajar».

«El libro de Narea (“Mi vida como prisionero”) me pareció feo. No lo leí, pero me contaron algunas cosas y creo que hizo una crítica muy subjetiva. Debería estar contento de haberse topado con Jorge en la vida. Él siempre hizo toda la pega».

«Claudio (Narea) cuestionaba mucho al Jorge en la etapa final de Los Prisioneros. Pensé que era porque se había puesto bueno pa’ tomar. En una gira a Colombia, Claudio lo criticaba mucho y se peleaban. Miguel (Tapia) estaba con Claudio. Recién cuando se fue supe toda la historia».

«Conocí la historia de Claudia, la ex mujer de Claudio. Estaba loca por Jorge y él no la pescó porque estaba con Jacqueline. Claudio se puso de novio con ella y quedó embarazada. Fue todo muy a la fuerza. Después, Claudio se excedió. Creo que peleas por mujeres entre amigos pasan siempre y no puedes estar armando una casa de putas toda tu vida».

«Narea quería componer cuando volvieron a juntarse y creía estar al mismo nivel que Jorge. González le dijo que compusiera y le dio un plazo largo. Tres, seis meses. Claudio no hacía nada y no le gustaban las canciones nuevas de Jorge. Le contraté hasta un estudio y no avanzó. Y le decía a todo el mundo que las canciones de Jorge no eran buenas. Llegó un momento que Jorge dijo “hay que echar a este hueón”. Y lo echó».

«Cuando Alvaro Henríquez se sumó a la gira por México de Los Prisioneros junto a Café Tacuba, Jorge se peleó con él. Álvaro fue poco profesional, fue a puro carretear, no iba a las pruebas de sonido. No estaba ni ahí. De todas formas, Jorge no se fue en mala con Álvaro. Solo porque era el líder de Los Tres».

«Estar metido en este ambiente es difícil para formar familia. Siempre me tuve que mover mucho, viajar y tuve que relacionarme mucho con gente que no lleva una vida normal. Es todo muy difícil si quieres tener una pareja».

«Ahora existe mucho menos locura que en los ’80. En los ’90, la gente se tranquilizó. Las bandas cuando comienzan solo quieren carretear. Cuando te haces famoso, las drogas llegan y te encuentras con eso. Hay algunos que las prueban y pasan y otros se quedan pegados. Siempre pasa lo mismo».

«No me gusta que los grupos se tiren mierda por los medios. Es un desperdicio. Es mejor que todos hagan lo que quieren y vivan sus mundos. Hay espacio para todos».