Soda Stereo

Las historias desconocidas de Soda Stereo

Lalo Mir y Oscar Sayavedra, dos viejos compinches del trío argentino, desmenuzan las anécdotas del grupo. ¿Por ejemplo? La censura en su debut en “Martes 13” por la frase “voy a ser tu violador”, el día en que las fanáticas rompieron un tapiz de un taxi porque se había sentado Zeta y la historia de amor de Cerati con una adolescente Cecilia Amenábar.


Oscar Sayavedra. Ex manager 1984-1989

«La primera vez que escuché acerca de Soda Stereo fue en unos conciertos gratuitos que se hicieron cuando asumió Alfonsín. Se había acabado la dictadura y el gobierno hizo tres shows en distintos puntos de Buenos Aires. Estaba trabajando en Belgrano, donde sólo tocaban bandas de rock como Charly García, Luis Alberto Spinetta y David Lebon. De repente, me llaman porque había un pibe que pedía hablar conmigo y no se iba. Decía que era importante. Fui detrás del escenario y lo vi. Me dice ‘Soy Charly Alberti…quisiera pasar y estar al lado del escenario para ver el show porque hay mucha gente’. Le respondí ‘¿cómo te voy a dejar pasar?’. El tipo me mira y me dice ‘porque soy el baterista de la mejor banda argentina: Soda Stereo’. Me encantó su seguridad y su carácter. Así que lo dejé entrar.

«Hasta comienzos de los ’80, los únicos argentinos que habían venido a Chile eran dos: Seru Girán a ‘Sábados Gigantes’ y Charly García en unos shows en el cine Gran Palace. El sello CBS –actual Sony- no quería editar a Soda en Chile porque el rock en español no vendía. Recuerdo que manejábamos a Piero –que era conocido en Chile- e hicimos unos conciertos en Mar del Plata. Allá llegaron Jorge Saint Jean y Ernesto Clavería, que eran de la productora Prodin, para ver a Moria Casán y alguna otra vedette para traer a ‘Martes 13’. Ellos vieron a Soda y convencieron a Gonzalo Bertrán para traerlos. La compañía editó los dos primeros discos en forma simultánea y, en lugar de dinero, pedimos estar una semana haciendo promoción. Había toque de queda y me acuerdo que íbamos a unas fiestas con los Electrodomésticos hasta la madrugada. Un día nos quedamos tocando en un lugar que se llamaba ‘El Guatón Salsero’. Era muy chistoso porque tocaban salsa y tocaban los Soda. Y hasta las seis y media de la mañana».

«La primera vez que tocamos en ‘Martes 13’ nos pidieron tres canciones y las letras de ellas. Y Camilo Fernández, que era el productor, nos censuró ‘Juego de Seducción’. Nos dijeron que la frase que dice ‘voy a ser tu violador’ había que eliminarlo o reemplazarla. Venir a Chile en esa época era peligroso porque te miraban con cara de sospechoso. Así que dijimos que lo haríamos. Luego hablamos y como era un programa nocturno, cantamos la canción original. A los días estuvimos en ‘Más Música’ y ahí sí que no pudimos decir la frase. Los chicos dijeron ‘voy a ser tu seductor’ y terminaron amarrando a Andrea Tessa con los cables del micrófono. Y ella se reía».

«Nunca conocimos a Jorge González ni a Los Prisioneros. Nuestros amigos eran Upa! y Carlos Cabezas. Siempre nos íbamos de fiesta. Sabíamos que Los Prisioneros eran súper populares y que el manager de ellos era el dueño de la disquería ‘Fusión’, donde siempre comprábamos muchos discos que no llegaban a Argentina. Pero nunca los vimos. Lo que nos llegaba era que ellos nos tenían celos y que decían que éramos el grupo pinochetista. Eran re picados. Y recuerdo que a nadie le gustó ‘La Voz de los ‘80’ cuando lo escuchamos. Todos lo encontramos muy amateur».

«Cuando salió el primer disco de Soda –’Soda Stereo’ (1984)-, la crítica los trató mal y los demás grupos tampoco los trataban bien. Principalmente, porque Soda no tomaban drogas. En esa época en que volvía la democracia había mucho reviente en la Argentina. Los tipos estaban dejando la marihuana y la moda era la cocaína. Los Soda eran raros porque no se drogaban y los demás eran todo lo contrario. Se drogaban mucho. Siempre los trataban de pernos como se dice en Chile o caretas como decimos en Argentina. Pero esa idea fue cambiando. Los chicos hacían buenos shows, buenos afiches y se vestían bien. Eso logró que sus colegas los fueran tomando más en serio».

«Las mujeres eran una locura en Chile. Habíamos estado haciendo promoción en abril del ’86 y volvimos para hacer conciertos en noviembre de ese año. Nos alojamos en el Crowne Plaza y una tarde estábamos almorzando como veinte personas cuando en el ducto de ventilación se escucha un ruido tremendo. Se había caído una tapa y había una pendeja dentro. Ellos se rieron, pero se asustaron. Otro día subí el ascensor con Charly y nos encontramos con una chica de unos quince años. Lo vio, se quedó callada y se desmayó. Era una locura. En ese hotel, las chicas rompieron jardines, vidrios y después de tocar en Valparaíso no pudimos volver ahí. Nos impidieron el regreso. Recuerdo que nos fuimos al Carrera y una noche salimos con Zeta a comprar algo en un taxi. Estaba lleno de chicas que lo vieron cuando volvíamos, se metieron a la mala al sótano e invadieron el taxi. Le rompieron todo el tapiz al auto en el lugar en que Zeta se había sentado. El taxista no entendía nada. Era todo muy demente».

«En marzo de 1989, vinimos a presentar “Doble Vida” (1988) a “Una Vez Más”. Era el primer programa de Raúl Matas en Canal 13. Antes, tuvimos una conferencia de prensa organizada por Juan Enrique Amenábar, que era director de radio Carolina. El llevó a su sobrina Cecilia y nos fuimos al bar. Ella era escolar, se presentaron con Gustavo y se pasaron los teléfonos. El quedó maravillado porque la chica era preciosa. Cuando hicimos la gira de “Doble Vida” por Argentina recuerdo que hablaba con ella por horas. En Rosario, de hecho, tuve que pagar una cuenta de dos mil dólares por más de cinco horas. Estaba completamente enamorado. Todos los días, como mínimo, estaba tres horas al teléfono. Feliz».

Lalo Mir. Conductor de radio y televisión.

«A comienzos del ’83, la noche bonaerense empezó a funcionar otra vez. Salíamos mucho y comenzó a aparecer una explosión de bandas argentinas. Había una pequeña discoteca que se llamaba ‘Rainbow’ que abría a mitad de semana y era muy concurrida. En esa época tenía un programa radial y, de improviso, se me acercan dos pibes. Uno de ellos se presenta y me dice que se llama Charly Alberti. Me pasó un casete TDK con tres canciones: ‘Vitaminas’, ‘Jet Set’ y ‘Telekinesis’. Me dijo que les gustaba mucho The Police, lo escuché y los programé. Me pareció un pop fresco y que estaba a la altura de la época. El primer tema que tiramos fue ‘Jet Set’ y lo pedían tanto que rápidamente se generó un impacto».

«En el verano del ’87 trabajé en radio Concierto que transmitía desde Viña. Ellos estaban alojados en el hotel O’Higgins y tenía pase libre a sus cuartos. Algo que molestaba mucho a los periodistas chilenos. Recuerdo que pasaban varias cosas. Yo era su chofer cuando ellos querían salir a divertirse a Viña o Valparaíso y era un furor total. Sus cuartos daban hacia la calle y siempre había tantos fans que, a veces, hacíamos unas competencias estúpidas. Mostrábamos las manos entre las cortinas para que la gente aplaudiera. Medíamos con cronómetro quién era el más aplaudido. Y te puedo decir que Gustavo –Cerati- no era el más festejado y todos lo cargábamos».

«Desde el comienzo, ellos eran unos pendejos con ganas de comerse al mundo. En una época en que recién se acababa la represión, estos tipos se paraban los pelos, se los pintaban y salían vestidos con trajes largos que eran algo inusual en la Argentina. Eran mucho más lanzados que la mayoría de sus colegas. Hicieron el lanzamiento de su primer disco en una especie de Burger King. Como riéndose de todo lo plástico. Todos los periodistas más sesudos creían que estaban locos y sus comentarios no fueron tan buenos. Pero les tenían respeto».

«Eso que dicen algunos en Argentina que no se hablan y que se llevan mal es una mentira. Me llamaron para abrir su conferencia y me dijeron que cuando se habían reunido a ensayar después de tanto tiempo sin tocar, lo pasaron muy bien. En un comienzo, había un poco de frialdad. Pero cuando estuvieron solos, sin nadie que los mirara, descubrieron que la magia del grupo todavía estaba intacta. Gustavo me decía que la estaba pasando muy bien. “Me siento como en los primeros días”, me dijo. Nunca se llevaron mal. Muchas veces los vi en cumpleaños de amigos en común y los chicos se hacían bromas entre ellos. Claro, la amistad no era como en un principio. Pero jamás se quitaron el saludo como dicen algunos».

«Una de las cosas que más impresionaba a los Soda en sus primeras visitas a Chile era la corporatividad de la prensa. Todas las revistas los tenían en la tapa. Hasta las revistas infantiles. Ellos pensaban que la locura por su música era demasiada porque había dos millones de bandas más y eran los únicos que aparecían. Además, eran jóvenes y tenían facha. Era como tocar el cielo con las manos».

«Cuando nos juntamos para hablar sobre la conferencia que hicieron –cuando giraron por última vez en 2007-, los Soda me juraron que no se juntaban por dinero. ‘Queremos volver a tocar porque somos como una familia’, me decían. Estoy seguro que no fantasearon con toda la plata que podrían conseguir, pero se fueron sorprendiendo. Cuando en dos días se venden totalmente dos conciertos en River –unas sesenta mil personas-, se pintan los números y ahí se aparece una sonrisa. ¿Quién no estaría feliz de ganar buena plata por tocar? Ellos están felices porque ganarán plata, pero no es lo que más les importa. Aunque, te digo, a cualquiera que le pase algo así, que llene en Argentina y en otros lugares de América es una alegría».

«El último show que dieron en Buenos Aires, ese que dejó para la posteridad la frase de de Cerati del “Gracias totales!!” fue bastante extraño. Por un lado, los chicos estaban distantes. No se hablaban mucho. Pero por otra parte, hubo mucha emoción. Recuerdo que se hizo una fiesta en la misma cancha de River para los más amigos y se repetían las sensaciones de tristeza, emoción y lágrimas. Estaban cercanos como Mario Pergolini, Daniel Grinbak, los integrantes de Virus y otros que no recuerdo. Gustavo -Cerati- estaba muy emocionado y Zeta salió con los ojos enrojecidos y secándose las lágrimas. El único más tranquilo era Charly –Alberti-, que fue siempre el más relajado y bromista del grupo».

«Luca Prodan, el líder de Sumo, era el que más se reía de ellos. En entrevistas siempre los trataba de chetos -cuicos- y se reía de su vestuario y su maquillaje. Pero era parte de su discurso y jamás se llevó mal con los Soda. Creo que Luca siempre estuvo en contra de todos, era un inconformista. Muchas veces los vi juntos conversando en shows en que compartían. Lo que sí molestaba a Luca y, en general, a todos los demás grupos era que a los Soda les iba muy bien con las minas. Eran facheros y simpáticos. Se las llevaban a todas. Y los otros siempre se quedaban mirando con impotencia. Jaja…».


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