Instituto Mexicano del Sonido

Instituto Mexicano del Sonido: «D.F.»

En su sexto –y más internacional- disco, el mexicano Camilo Lara concibe su mejor obra. Un collage de estilos que, bajo un homenaje a Ciudad de México, suena ultra bailable y profundamente latino.


Con el paso de los años, Camilo Lara, el único tripulante de Instituto Mexicano del Sonido, ha logrado unir a dos mundos que, en sus inicios, se veían como dos galaxias lejanas: el baile y el mensaje. Lara, un ex ejecutivo del sello EMI en México, siempre fue un campeón del corta y pega, obsesionado por la música, pero que en sus primeros discos buscaba solo la diversión. En “Político” (2012) encontró lo que siempre quiso: retratar a la clase media de su país con letras más discursivas y ahora, a cuatro temporadas de su último trabajo, “Disco Popular” (2017), el músico todoterreno brinda su mejor disco a la fecha, “D.F.”, que es un homenaje a Ciudad de México, el lugar que lo vio crecer.

Fan del sampler y del detalle musical invisible, pero eficiente, su nuevo álbum es un collage de estilos soberbio, profundamente latino y que sitúa a Lara en un estado de gracia. Producido por Dan The Automator, uno de los iniciáticos cabecillas de Gorillaz, “D.F.” tiene ese pulso mestizo de los mejores Mano Negra en hits como “Dios”, una cumbia electrónica con colaboración de Money Mark. El mexicano, que hace pocas semanas publicó su propia versión del single “Ooh La La” de los consagrados Run the Jewels, sigue el baile con el sesentero pop de “La luna de noviembre”; rapea junto a las bogotanas La Perla en “El antídoto” y hace dupla con Graham Coxon, guitarrista de Blur, en el rockero “My America is not your America”, con un cierre distorsionado en sintonía con el pasado del inglés. Los ritmos frenéticamente bailables se repiten en “The Lunatics”, emparentado con “Vamos a portarnos mal” de Calle 13, bajan la intensidad con el dub brumoso de “La balada de la aspirina”, una de sus mejores canciones, y hacen imaginar a las fiestas del pasado en “Cruzando el río”, un adhesivo y machacante tema que mezcla sonidos sintéticos, bronces y Africa.

Hay en Lara conocimiento del ritmo, manía por la música en todas sus formas y una capacidad de reinvención con un alto sello de calidad. “D.F.” es un álbum para atesorar, que tempranamente se pone entre lo mejor del año y que genera ansiedad por presenciar esas canciones en vivo. Gran trabajo.


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