Álvaro España

Álvaro España: “No tengo esperanzas ni para los chilenos ni para nadie en el mundo”

El líder de los Fiskales Ad-Hok se dedicó a vender almuerzos por delivery durante la pandemia y debutó con su nuevo proyecto, Los Raros, que homenajea al post punk. Asegura que lo peor que le pasó a la música es la ausencia de shows y no confía en el ser humano porque “siempre se corrompe”. Palabra de un punk.


Los tiempos han cambiado para Alvaro España. Con más de cincuenta años, recibe el llamado para esta entrevista en una situación que, algunas temporadas atrás, sería imposible de imaginar: está en una reunión de apoderados. Hace varios lustros que pasaron los años del desenfreno con los Fiskales Ad-Hok, su seminal banda punk. Una época en que los grupos de guitarras representaban a la juventud. Aun así, la música sigue despertando ese éxtasis que lo motiva a seguir creando.

Álvaro España ha recibido el latigazo de la pandemia como cualquier persona y, como todos, ha debido innovar en más de algún aspecto de su vida. Tuvo que ganarse la vida vendiendo almuerzos y bebestibles por delivery, pero no dejó la música. Puso en pausa a los Fiskales y lanzó su nuevo proyecto, Los Raros, una banda que lo acerca a otra de sus aficiones: el post punk. Desde que comenzó en los 80, el vocalista no ha parado de diversificarse en la música ya sea con el punk rock, como DJ o, ahora, explorando una faceta musical distinta a lo que le conocíamos.

Las circunstancias actuales, sin embargo, parecieran no ser muy distintas a la de hace algunas décadas. Al menos, el descontento sigue latente y todo apunta a que seguirá manteniéndose esa sensación de hastío. En esas circunstancias, las canciones son oxígeno. “La música siempre toma un poco la bandera de ser contestatario, porque es una forma de expresión súper directa y va de la mano con lo que pasa en un lugar con un contexto geográfico y político”, dice. 

-¿Cómo surge la idea de crear Los Raros? ¿Hace rato tenías ganas de probar en una banda fuera del lado punk rock?

-La idea de hacer otra banda que está más identificada con el post punk llega de rebote. Siempre tuve ganas de hacer un proyecto alternativo. Aparte de escuchar punk rock, escucho mucha música distinta. Desde hace mucho tiempo que trabajo de DJ en algunos locales y es porque me gusta la música desde chico. Antes de escuchar punk rock escuchaba new wave y de ahí que hubo ese gusto por distintos estilos. Hacer este grupo lo planeé por mucho tiempo con amigos con los que me juntaba a compartir más allá de la música, y siempre tuvimos la idea de hacer algo no ligado al punk rock, ya que ellos también vienen de diferentes escuelas de música, y hacemos esto que nos une que es la música alternativa ochentera. Acabamos de sacar nuestro primer disco que se gestó casi todo en pandemia. Ha sido súper difícil promoverlo cuando no se puede tocar en vivo, pero hay que aprovechar las redes sociales para tirar singles y videos. 

¿Cómo te ves en la música después de que pase la pandemia?

-Sin duda me veo post ruina o post como pasando a una película de ciencia ficción clase B. Jajaja… No sé, me veo igual que siempre, haciendo lo que me gusta, sea lo que sea y remando para delante, cueste lo que cueste. Creo que lo peor que le ha pasado a la música con la pandemia es que no existe el show en vivo. En este momento por difícil que ha sido juntarse y ensayar, nos hemos dedicado a crear y hacer canciones nuevas que es lo mejor que se puede hacer cuando uno no puede tocar en vivo.

-¿Cómo has tomado el hecho de crear y vivir de la música en pandemia junto a las escasas ayudas del gobierno a la cultura?

-Las escasas medidas por parte del gobierno a las artes es algo que no me sorprende. Son las consecuencias de un país que ha invertido muy poco en cultura y educación. Por lo mismo, hay poco amor por el arte que se hace en este país. 

-¿Cómo ves a las bandas punk en la actualidad? ¿Crees que siguen teniendo cabida?

-Por más porque el rock estuvo de moda en algún momento, el punk siempre fue algo más independiente y no necesita cabida, sino que crear sus propios reductos y circuitos, lugares donde sonar y escuchar. El punk rock también es una reacción de alguna forma rabiosa y política contra una sociedad o algún momento, por eso la cabida siempre se la van a hacer ellos mismos en su lugar o creando un ambiente independiente y autosuficiente. 

-¿Crees que la música sigue teniendo la misma potencia para llevar a la gente a replantearse lo que pasa en el mundo?

-No creo que la música en este momento tenga la potencia para que la gente se replantee lo que pasa en el mundo. Lo que sucede ahora es muy confuso, hay mucha información y desinformación. En este momento la música no está siendo una voz de expresión. Creo, eso sí, que todo es cíclico y que en algún momento va a retomar esa voz de protesta o de expresión de exigencia social. Es inevitable, en algún momento volverá a pasar.

-¿Qué opinas del éxito de la música urbana y lo que llaman la muerte del rock?

-Siempre hay una que otra expresión que está de moda. En algún momento fue el hip hop, el rock, el metal, el punk. Ahora las nuevas tendencias que se escuchan son Bad Bunny, J Balvin o el trap. Y son modas, música que va a seguir existiendo, pero que es como el pop: algo que está de moda. Pero no creo que signifique la muerte del rock. Hablan de ello porque ahora no hay música en vivo que es el pilar central de lo que es el rock como expresión.

 –El año pasado te dedicaste a vender almuerzos y tragos para pasar la pandemia. ¿Por qué en Chile cuesta tanto vivir de la música?

-Porque es un país pequeño, por lo tanto, el medio es pequeño. No se da como, por ejemplo, una banda punk que pegue en Argentina, donde hay muchos millones más de gente. Ya que suene y se ponga de moda un tema, algo va a tirar a esa banda lejos y habrá mucha gente que los escuchará o lugares donde los invitarán a tocar. Acá somos un pueblo chico y cuesta vivir de la música. Por eso los músicos chilenos están acostumbrados a rascarse con otros trabajos externos. Desde que partí con Fiskales, todos tuvimos un trabajo alternativo. Lo complicado es tener que inventarte uno que te permita mantenerte con una cosa y, al mismo tiempo, poder viajar y tener que hacer una vida con una banda de rock que toca harto. 

 –Tu show en Lollapalooza 2019 fue alabado como cuestionador de los políticos y anticipó el estallido. ¿Cuánto crees que han afectado tipos como Jaime Guzmán o José Antonio Kast, algunos de tus aludidos en ese concierto, a la política chilena?

-Me das dos nombres que tienen en común que son muy de derecha. Ahí hay un tipo que afectó mucho a Fiskales, pero más que a nosotros a todo Chile: Jaime Guzmán con su Constitución del 80. José Antonio Kast es como comparar a Darth Vader con estos soldados blancos. Obviamente, Jaime Guzmán sería Darth Vader. Kast quiere figurar, que lo pesque alguien y hacer sus shows de alaraco haciéndose la víctima, pero no hay que olvidar que es gente que defiende a un dictador y no le creo la humanidad en sus discursos. En cambio, Jaime Guzmán afectó en la política y toda la dictadura en el país.  Obviamente creo que influyó a Fiskales y a la parada de la banda que se inspiró en protestar contra el fascismo, pero el otro hueon no pesa y no es tan importante.

 –¿Qué crees que pasará post pandemia con la música chilena?  ¿Piensas que habrá una explosión de bandas jóvenes o será más difícil que aparezcan nuevas bandas?

-Sí, cada cataclismo o cosa que sea terrible como esta pandemia global impulsa explosiones creativas de alguna forma, da lo mismo el estilo musical. Inevitablemente habrá nuevas voces y nuevos sonidos y eso siempre es bueno.

-¿Confías en la nueva Constitución?

-Más que confiar en una nueva Constitución, no confío en el ser humano cuando se agrupa para hacer cambios en política porque siempre se corrompen de alguna u otra forma.  Pero hay que cambiar al país y la Constitución es una urgencia.

-¿Tienes esperanzas de un futuro mejor para los chilenos?

-No tengo esperanzas ni para los chilenos ni para nadie en el mundo. Creo en lo cíclico, que la civilización humana nació, existió y creció, y ya está en una franca decadencia. En algún momento debe irse al carajo para empezar de nuevo, desde cero.


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