Yeah, yeah, yeah

«Yeah! Yeah! Yeah!»: la enciclopedia imprescindible del pop

“Yeah! Yeah! Yeah!” es una completa y profunda revisión de la historia del pop desde la irrupción de Bill Halley a la era de Internet, con relatos de perdedores y triunfadores, éxitos breves y carreras prolongadas en un formato didáctico e informativo. “Si tuviera 15 años, este libro me gustaría leer”, dice su autor, Bob Stanley.

por Felipe Rodríguez


En su adolescencia, Bob Stanley no pensaba ni dedicarse a la música ni a escribir sobre sus grupos preferidos, pero tenía una convicción. Si en su adultez no existiera un libro sobre la historia del pop, él tomaría la responsabilidad de escribirlo. Era su autoproclamada misión. “Creía que en un país con tradición de buenos grupos como es Inglaterra se debía conocer las historias que están detrás. Antes de terminarlo, pensaba que si tuviera 15 años, este libro me gustaría leer”, dice desde Londres.

Tecladista de la banda Saint Etienne y crítico musical en el diario The Guardian, Stanley es el autor de “Yeah! Yeah! Yeah!”, un exhaustivo trabajo de 745 páginas donde aborda la historia del pop desde el nacimiento del rock con Bill Halley hasta la revolución que significa Internet, trazando una equivalencia en la evolución musical y sociológica de Inglaterra y Estados Unidos e incluyendo apenas a cuatro estilos fuera de esos países: el krautrock alemán, las solistas yeyés francesas, el reggae jamaicano y el house italiano.

Aunque hacer un repaso por más de cincuenta años de historia del pop parece una tarea mastodónica, el músico minimiza las dificultades. Cuenta que crecer en un país donde la música tiene la misma devoción que el fútbol es un placer y que ese conocimiento le ayudó a linkear estilos con cambios en la sociedad. “Crecí leyendo la revista New Musical Express y libros sobre música que costaban muy baratos. En mi casa escuchaba con mis padres a Simon and Garfunkel y Neil Diamond; luego cuando me hice más grande era muy fan de T Rex, Slade y Sweet e iba a la casa de un amigo que me mostró a Abba y los Beach Boys. La música tiene mucho que ver con su tiempo. En 1983, por ejemplo, David Bowie que diez años antes había declarado su bisexualidad, ahora decía que esa opinión era una equivocación. Se entiende: el SIDA se asociaba a los gays y relacionarse con ellos era nocivo para su trabajo”, señala.

Bob Stanley fue tecladista de la banda Saint Etienne

En “Yeah! Yeah! Yeah!”, el factor agregado es que el autor no sigue solamente a los triunfadores. También están las estrellas fugaces. O aquellos que se hicieron famosos repentinamente y que desaparecieron sin pena ni gloria. Algunas historias son magníficas. Joe Meek, reconocido como el primer productor del mundo, durante su infancia instalaba altavoces en los huertos de los alrededores de su casa para entretener a los recolectores de cereza con discos de gramófonos anteriores al rock. Reconocido en su adultez como el símil inglés de Phil Spector e instalado en un segundo piso, su casera –que vivía en el primer piso- lo llamó varias veces a que trabajara con un volumen más moderado. Meek no soportó y una tarde de febrero de 1967 bajó con una escopeta y le disparó en la cara. Acto seguido, se suicidó. Tenía 37 años.

El tono de Stanley mezcla la frescura e información y se abre para un público que va más allá de los melómanos con relatos donde el azar juega un papel de ascendencia y caída. En 1968, por ejemplo, en una conferencia en el sello Apple, a los Beatles les preguntaron sobre su artista estadounidense favorito. “Nilsson”, respondieron todos. El tipo en cuestión se llamaba Harry Nilsson y su debut, “Pandemonium Shadow Show” (1967), fue ignorado. Tanto, que el solista ni siquiera había actuado en vivo. Hasta, por supuesto, que los Beatles lo mencionaron. Nilsson se hizo famoso y amigo de juerga de Lennon y Ringo Starr, pero la fortuna y la exposición fueron un disparo en sus pies. El alcohol lo destruyó y, a fines de los 70, su nombre era una curiosidad del pasado.

El escritor comenta que, pese a su obsesión por la música -posee una de las colecciones de vinilos más grande del mundo-, existen géneros que nunca le llamaron la atención y que tuvo que escuchar para escribir este libro. Menciona al hard rock y exhibe casi una disculpa: nombres como Deep Purple y Black Sabbath eran grupos que nunca había oído con atención. “Créeme que el hard rock me gustó mucho más de lo que esperaba. Eran inteligentes. Por ejemplo, Tony Iommi, el guitarrista de Black Sabbath, vio una noche a una fila de jóvenes que esperaban en un cine para ver una película de terror y comprendió que esa era la música que no existía. Y llegó Black Sabbath con su toque tenebroso y fueron ídolos. Durante la investigación, también sentí que a autores que respetaba, ahora los respeto más. Me pasó con Paul Weller, el líder de Tha Jam”, sostiene.

Ese respeto, sin embargo, no se da con otras figuras del espectáculo. A James Brown apenas lo menciona en dos páginas -“si yo fuese un escritor estadounidense, le hubiese dado un capítulo completo, pero le hice honor en las páginas dedicadas al soul y al hip hop”- y pasan figuras como Eric Clapton, The Doors, Bob Marley, Led Zeppelin y Queen, entre otros, que bajan en su encuesta personal. “The Doors es un grupo divertido, pero eso no es nada especial. Queen es un enigma. Siempre me pareció excéntrico ver a tres nerds liderados por una persona que era totalmente opuesta. Led Zeppelín tenían mística y potencia, pero creo que se volvieron perezosos con el éxito”, sentencia.

En varios libros de música, Patti Smith aparece citada como una artista que habla más de lo que realiza. En tu libro, dices que su aporte es muy inferior a Blondie y que no hay que confiar de las personas que hablan de Rimbaud. ¿Por qué crees que ella se sostiene a sí misma como una estrella del rock?

  • El mejor ejemplo para hacerle creer al mundo que eres un gran artista es decir que eres atrevido y que no estás de acuerdo. Y cada vez que respondes, no parpadear. Nunca parpadear. Finalmente, el mundo creerá en ti. Y eso es lo que ha hecho Patti Smith.

¿Por qué omitiste estilos trascendentes y masivos del siglo XX como la bossa nova y el bolero?

  • El libro estaba restringido a las listas de éxitos de Estados Unidos e Inglaterra. Si hubiese cubierto estilos como los que mencionas, el libro no se habría terminado nunca. Mi próximo libro, que tratará sobre la música desde inicios del siglo XX hasta los 50, hablará sobre la influencia de la música latina en el pop.

¿Cuánto perdió el pop con la muerte de David Bowie?

  • Creo que Bowie planificó su muerte para hacernos comprender lo extraordinaria que fue su carrera artística. En el futuro su influencia será mucho mayor. Era un tipo que no conocía límites y cuya cruza entre arte, vanguardia, pop y cine fue muy significativa. Irrepetible.

¿Qué diferencia existe entre ser músico y escritor?

  • Como integrante de un grupo, debes ser un jugador de equipo. Estás obligado a escuchar a los demás para mejorar. De lo contrario, el grupo se desintegrará. Como escritor puedes escuchar las críticas, pero van dirigidas solo hacia ti. Tú solamente puedes digerirlas y razonarlas. Es un hecho individual.

Las listas de éxitos en Inglaterra arrancan en 1952, el mismo día en que termina el racionamiento alimenticio de post guerra en ese país. ¿Cuánto cambió la música al instaurarse los rankings?

  • Mucho, porque se instauró la competencia. Ahora, con la era digital, el asunto cambió demasiado: los accesos a los discos de novedades no son como eran antes. Con un clic escuchas lo que quieras. Todo es más breve que en la década del 50. Hasta mediados de los 80, además, se buscaba la belleza. Luego, la novedad se hizo una fórmula para ganar dinero. El liberalismo llegó a la música.

En el libro citas la cantidad de material informativo musical que hubo en Inglaterra hasta la llegada de Internet. Ahora se han cerrado revistas y otras apenas sobreviven. ¿Cómo ves el periodismo musical en el futuro?

  • Creo que es una espiral que no solo afecta a las revistas de música. Pasa con los diarios y cualquier tipo de revista. La impresión en papel se está muriendo. Eso se transforma en un círculo. A los escritores se les paga mal y, en ese sentido, la escritura se pone peor, más deficiente porque los que escriben tienen menos experiencia y oficio.

Saint Etienne es una banda que a partir del collage de estilos con énfasis en los 60 tiene más de 25 años de carrera, pero nunca han tocado en Sudamérica. ¿Existen posibilidades que vengan para acá?

  • A todos nos gustaría ir a Sudamérica. El año pasado se mostraron en un festival en Buenos Aires un par de documentales sobre Saint Etienne. Nos gustaría visitar Chile, Uruguay, Brasil. Pero cada vez se nos hace más complicado: todos tenemos hijos pequeños. Y no los podemos dejar solos mucho tiempo