Bob Dylan

Bob Dylan: «Rough and rowdy ways»

En su disco número 39, el músico estadounidense repasa su vida y la de su país con canciones introspectivas, entre el blues de sus héroes y las baladas minimalistas, y que suenan como la despedida de un hombre que desconfía en el futuro de la humanidad.

por Martín Guerra


Desde el comienzo de su carrera, hace más de 55 años, Bob Dylan cargó con una pesada mochila: erigirse, sin querer, en el portavoz de una generación. Los fanáticos lo seguían, lo tomaban como un profeta que debía enseñarles el camino y mostrarles las soluciones, mientras el músico de voz nasal –y ahora gastada por los años- seguía su vida haciendo enganches, cambios de ritmo y se ocultaba para llevar una vida sin que los flashes ni los fans lo acecharan.

Con un premio Nobel de Literatura a cuestas -que ni siquiera fue a recibir- y sus primeras composiciones nuevas desde “Tempest” (2012), “Rough and Rowdy Ways” es un disco que linkea en su introspección e intimidad con “You want it Darker” (2016) de Leonard Cohen. Un álbum que suena a despedida y corolario de una trayectoria brillante y que, por sobre todo, ha manejado desde la independencia, con sus pulsiones personales empujando sus decisiones artísticas.

Dylan, tal como lo hace Spike Lee en su cine con su radiografía sobre los afroamericanos, es un personaje erudito, riguroso, con capacidad arqueológica para rastrear a bluseros olvidados, pero trascendentes en su formación como Jimmy Reed en “Goodbye Jimy Reed”; repasa su vida con melancolía en “I contains multitudes” donde bajo una guitarra tenue y contemplativa reconoce que “voy justo donde todas las cosas perdidas se arreglan de nuevo” y las enlaza con conexiones populares con “soy como Ana Frank/soy como Indiana Jones/y los chicos malos británicos/ Los Rolling Stones”.

Siempre en un tono calmo que se balancea entre el blues y las baladas, y acompañado por guitarras sutiles y percusiones apenas perceptibles, en “Black Rider” –tal vez, la canción más emotiva- emula su presente y su vida diciendo “mi alma está angustiada/mi mente está en guerra/no me abraces, no me halagues/no enciendas el encanto/tomaré una espada y te cortaré el brazo”, mientras en “Murder Most Foul”, recrea en 12 minutos, el asesinato del presidente John Kennedy, linkeando la ópera rock “Tommy” de The Who con el festival de Altamont y John Lee Hooker, entre otros.

En más de una hora de experiencia litúrgica, el estadounidense continúa dinamitando las convenciones musicales que se esperan de él, repasa la historia de su país y reflexiona sobre su existencia con inteligencia y escritura de nivel, propia de un tipo que en el ocaso de su vida es capaz de seguir sorprendiendo, emocionando y, también, desconfiando del futuro de la humanidad.

«Rough and rowdy ways» es el álbum de estudio número 39 de su carrera.