Elvis y Led Zeppelin

Elvis y Led Zeppelin: encuentros con la realeza

«El rey» y la banda de Robert Plant se reunieron dos veces. Hubo tensión, bromas, regalos, cantos y un cuasi intercambio de pantalones en un par de reuniones casi surrealistas.

por Marcelo Contreras


1 Primer acto. Robert Plant es un niño, corren los años 50, y una noche toma un baño de tina. De pronto, tira el tapón y deja escurrir el agua. Entonces canta con la cabeza gacha el éxito de aquel momento, “Heartbreak hotel”, de Elvis Presley. El eco de su voz entre la cavidad de sus piernas despierta algo. Le gusta el sonido, la reverberancia en la habitación. Le agrada la idea de que su voz semeje a la de aquel hombre que está cambiando el mundo. Por aquella misma época, Jimmy Page escucha “Baby let’s play house”, uno de los primeros registros de Elvis de 1955, y decide coger una guitarra por primera vez.

2 Segundo acto. 11 de agosto de 1969, Hotel Intercontinental en Las Vegas, Led Zeppelin en pleno ve por primera vez a Elvis Presley en vivo. Repiten la experiencia el 10 de junio de 1972 en el Madison Square Garden de Nueva York. Dos años después, el 11 de mayo, mientras Robert Plant, Jimmy Page y John Bonham visitan Los Angeles para promocionar su sello Swan Song, son invitados a ver al Rey en el Forum. El concierto quedó para la posteridad en el álbum “Live in L.A.”. Promediando la hora de show, al turno de “Funny How Time Slips Away” de Willie Nelson, el Rey del rock detiene la música. “Espera un minuto, espera un minuto, aguanta… si podemos empezar juntos muchachos porque tenemos a Led Zeppelin aquí (…) tratemos de que parezca que sabemos lo que estamos haciendo, sea así o no… ¿qué estábamos haciendo?”. 

Horas más tarde las puertas de la suite de un lujoso hotel se abren automáticamente. Un par de gorilas escoltan a Plant, Page y Bonham. “Estábamos realmente nerviosos”, diría el guitarrista. Desde el fondo del salón irrumpe Elvis torciendo caderas y piernas tal como en sus primeros años. Page queda perplejo y Plant le observa embelesado. El cantante se da cuenta que le iguala en estatura. “Tenía un buen pecho, una caja de resonancia”. Elvis parece ignorarlos por un rato, el guitarrista se impacienta, no entiende qué sucede. Duda si hablar primero. Acostumbrado a recibir atención como una de las mayores celebridades del rock mundial, se siente confundido. La tensión se agudiza hasta que Elvis rompe el hielo. “¿Son ciertas esas historias que se cuentan sobre ustedes en la carretera?”. El Rey estaba informado. Compartía con Led Zeppelin al mismo representante de giras, Jerry Weintraub. Según Plant, Elvis “quería saber quién era este grupo de chicos que estaba vendiendo boletos más rápido que él”. El vocalista de melena dorada respondió con sarcasmo. “Por supuesto que no. Somos hombres de familia. Mi mayor placer es pasear por los pasillos del hotel cantando tus canciones”. Page al fin se relaja y dice que nunca prueban sonido, pero que cuando lo hacen, Robert recurre a su repertorio. Presley pregunta por los temas escogidos y Plant entona “Treat me like a foooool, treat me mean and cruuuel, but loooooove me”, de la balada “Love me” de los legendarios Jerry Stoller y Mike Leiber, una canción que nunca fue single, pero que Elvis convirtió en una de sus favoritas. El rey les preguntó por sus raíces musicales que básicamente eran las mismas, los blues del Mississippi. También les confesó que no conocía sus discos pero que un hermanastro adolescente le hizo escuchar “Starway to heaven” y que le había gustado. «Estuvimos en un círculo y discutimos todo este fenómeno, esta locura… (Elvis) estaba muy enfocado, muy diferente a lo que ahora lees», contó Robert Plant.

Aunque el encuentro debía durar 20 minutos, Elvis y Led Zeppelin compartieron por casi dos horas. El Rey entretuvo al grupo con sus propias historias de giras, y conversó con Bonham sobre la mutua pasión por los autos. Cuando se marcharon por un pasillo del hotel felicitándose por el encuentro, de pronto Elvis se asomó, llamó a Robert y comenzó a cantar “Love me”. El vocalista se devolvió, se paró al frente y armonizó su voz con la del ídolo. Apenas aguantaba las lágrimas. 

3 Tercer acto. Richard Cole, el tour manager de Led Zeppelin, famoso por su estilo matonesco, organizó un nuevo encuentro en 1975 con un guardaespaldas de Elvis, Jerry Schilling, para que esta vez el bajista John Paul Jones pudiera asistir. Así la banda llegó hasta la mansión del Rey. La primera sorpresa fue su irrupción en bata y pijama. Según el libro “Yo y un tipo llamado Elvis” de Schilling, hubo un momento de tensión en la velada. “Desde que Richard (Cole) llegó a la casa estaba ruidoso y grosero, metiendo un montón de ‘fuck‘ en cada cosa que decía. ‘¿Sabes?’, le dijo Elvis, ‘agradecería que cuidaras tu lenguaje delante de mi dama’”. El ambiente se tranquilizó y Elvis rompió el hielo dirigiéndose nuevamente hacia Cole para preguntarle por un elegante reloj en una de sus muñecas. El manager se lo pasó, Elvis se lo puso, y Cole le dijo que se lo regalaba. “¿Tiene algún significado especial para ti?”, le preguntó Elvis, a lo que Cole respondió que había sido un presente de Atlantic Records hacia la banda. Pasaron 20 minutos. Elvis subió a sus habitaciones y regresó con un un reloj increíblemente lujoso cubierto de diamantes, prácticamente invaluable, y lo entregó a Richard Cole. El manager quedó sin habla. 

El resto de la noche Elvis hizo nuevamente de anfitrión recordando rutinas de Monty Python, gusto que todos compartían. El Rey, impresionado por la tranquilidad de John Paul Jones, nuevamente desapareció por unos minutos para regresar con otro reloj igualmente fastuoso como presente para el bajista. Cuando la velada terminaba, Elvis se dirigió hasta Jones y le propuso hacer otro intercambio, esta vez de pantalones. Cubierto por la bata, el Rey dejó caer la parte baja de su pijama, imitando el estilo de Monty Python. Hubo un milimétrico silencio y John Paul Jones estalló en risas. Schilling le comentaría después a Richard Cole que el séquito de Elvis Presley, la famosa “Mafia de Memphis”, estaba impresionada porque hacía años que no veían tan relajado al jefe. Antes de que Led Zeppelin se marchara, Elvis les pidió autógrafos para su hija. Nunca antes ni después el Rey del Rock había solicitado algo así. 

Epílogo. En 1977 las comitivas de Elvis Presley y Led Zeppelin se toparon en un aeropuerto en Washington. El jet del rey se llamaba Lisa Marie, mientras la banda británica viajaba en Ceaser’s Chariot, la aeronave que utilizaron en sus últimos años. Por unas horas, ambos aviones estuvieron estacionados uno al lado del otro. Cuando Elvis abandonaba el sitio, uno de sus asistentes alabó el jet del conjunto. El Rey replicó. “Ellos arriendan su jet. Yo tengo el mío”.