Hunter S. Thompson

Un funeral gonzo

En febrero se cumplieron 15 años del fallecimiento de Hunter S. Thompson, uno de los escritores y representantes del periodismo en primera persona más importantes de Estados Unidos. Su funeral, que recordamos aquí, sigue siendo un acto tan creativo y freak como su propia vida.

por Rodrigo Morales //


Treinta años antes de su suicidio (20 de febrero de 2005), Hunter S. Thompson junto a Ralph Steadman ya había soñado como quería que fuera la ceremonia de su funeral. Lo había contado en un documental para la BBC en 1978, y para la ocasión diseñó junto a Steadman un cañón circense que estaría a 45 metros de altura, y desde el que se lanzarían las cenizas del escritor gonzo sobre su propiedad ubicada en Colorado.

Llegado el momento de la fatídica decisión del “Dr. Gonzo», el actor Johnny Deep, admirador ferviente de Hunter Thompson, se hizo cargo de financiar y organizar el funeral poniendo de su bolsillo algo más de 3 millones de dólares. Tanto quería al autor de Miedo y Asco en Las Vegas, que no solo lo financió, sino que además se dio el trabajo de invitar a 300 personas como testigos. El cañón tenía la forma de un puño con dos pulgares apretando un botón de peyote (icono del periodismo gonzo) y sería el encargado de lanzar las cenizas del escritor al cielo.

Planeando un bizarro y espectacular adiós.


La noche del 20 de agosto de 2005 el cohete fue lanzado junto a fuegos artificiales de diversos colores que hacían del acto un episodio a la altura del personaje. El padre del movimiento gonzo (periodismo en que el autor es parte de la historia que escribe), atravesó el cielo de Owl Farm, ante la mirada entusiasta de familiares y un buen puñado de admiradores elegidos con pinzas. Tras el cañonazo, los invitados escucharon la canción favorita de Hunter “Mr. Tambourine Man” de Bob Dylan, dando el punto final a la ceremonia de despedía del hombre que había impuesto sus condiciones a la propia vida para así entregar una de las obras mas demencialmente originales de las letras estadounidenses.

Una mano empuña un botón de peyote, el símbolo del periodismo gonzo