por Rodrigo Morales
Un 6 de septiembre de 1951 en el apartamento 10 de un viejo edificio de la avenida Monterrey en Ciudad de México, William Burroughs de 37 años disparó en contra su esposa Joan Vollmer de 28. Estaba emulando, según declaró a la policía mexicana, a Guillermo Tell, pero a diferencia del legendario ballestero, el escritor falló. Después, ante tribunales, Burroughs rectificó sus palabras por consejo de su abogado, asegurando que en realidad se había tratado de un accidente.
La tragedia ocurrió mientras el autor de «El almuerzo desnudo» y Vollmer disfrutaban de una fiesta organizada en el edificio donde la pareja vivía, y a la que asistieron otros residentes norteamericanos que residían en México. Para el momento del disparo, los concurrentes a la fiesta ya habían bebido varias botellas de ginebra Oso Negro, lo que llevó a Burroughs a envalentonarse y demostrar su puntería. Para aquello puso sobre la cabeza de su esposa un vaso lleno del transparente destilado y acto seguido, desenfundó su pistola Star 380 para ver como Vollmer se precipitaba al suelo chorreando sangre por todas partes, ante la mirada desconcertada de un Burroughs que no entendía qué pasaba.
Vollmer moriría una hora mas tarde cuando los médicos de urgencia no pudieron reanimarla. Uno de los mayores exponentes de la generación beat pasaría dos semanas en prisión hasta que su hermano, con la ayuda de su abogado mexicano Bernabé Jurado, lograron sacarlo de la cárcel bajo fianza.
En 1953 el proceso se cerró con una condena en suspenso de dos años por homicidio. Para ese tiempo, Burroughs ya no vivía en México (donde había arrancado, dicen, ya que lo andaban buscando para acusarlo de posesión y tráfico de drogas), pero la herida del asesinato lo confirmaría como una estrella maldita de la literatura del siglo 20.
En el prólogo de su libro Queer (Marica) Burroughs declaraba “Me veo forzado a reconocer que nunca me hubiera convertido en escritor de no haber sido por la muerte de Joan”.
